Vestigio arqueológico encontrado en un yacimiento
Hoy voy a hablar un poco de mi trabajo. Entre las tareas que desempeño, además de hacer a veces turnos de mostrador, donde veo a veces a la fauna más florida, o de atender el teléfono, donde se recogen reclamaciones tan rocambolescas como "¡me han reducido la ayuda, a mí que he votado toda la vida al PNV!" (nada, hombre, haber empezado por ahí, hombre de Dios...), también toca a veces subir al archivo a clasificar expedientes, pero sobre todo lo que hago es redactar concesiones, denegaciones, extinciones, modificaciones... y sus correspondientes notificaciones, con sus acuses de recibo y tal.
Estas notificaciones a veces no llegan, bien porque el destinatario no está en casa, porque haya cambiado de dirección, se lleve mal con el cartero o esté en paradero desconocido. Para estos casos la ley prevé que habrá que reproducir la notificación en el Boletín Oficial, para que se tenga por hecha.
Para eso, lo que hacemos es, cuando nos llegan las cartas devueltas, las mandamos a Servicios Generales, con el texto correspondiente. Y aquí es donde llega la parte que es de cachondeo. Lo suyo sería mandarlo por correo electrónico, "toma, aquí tienes el texto que hay que publicar", dado que mandar solo la copia de la carta obligaría a tener que reescribirlo o escanearlo, y sería una completa pérdida de tiempo. Pero no, alguna cabeza pensante de a saber qué alta esfera, ha decidido que eso del correo electrónico no le gusta mucho, así que cuando toca mandar algo para su publicación en boletín, hay que usar ¡diskettes! (que son como un pendrive, pero en plano, con menos capacidad, y que en vez de enchufarse en el puerto USB se meten en unas exóticas ranuras, llamadas "disketera", que no son, ni por asomo, y pese a lo que su nombre podría indicar, discos de un tera).
Me parece de risa, que en pleno siglo XXI aún se utilicen estos vestigios del pasado, máxime cuando hay formas muchísimo mejores, y sobre todo cuando a veces acaba pasando lo que tiene que pasar, que de cuando en cuando llaman de allí para decir "oye, que el diskette estaba corrupto, mándame el archivo por e-mail".
In fine...
cosas veredes...
ResponderEliminarnosotros aún usamos disketes en algún osciloscopio viejo, porque no tenemos dinero para comprar uno nuevo y ese aguantará hasta que reviente, cuando será sustituido por otro que conectará directamente a un ordenador...
menos mal que no se han acordado de que habia disketes mas grandes para poder fardar de tamaño XD (no me acuerdo como se llamaban, 2 1/4 o estoy soltando una burrada?)
ResponderEliminarLa foto que ha sacado Jokin es de disketes de 3 1/2 y los más grandes que estos eran de 5 1/4, con los que yo que tengo casi 29 años apenas conviví, "informáticamente" hablando.
ResponderEliminarAnteriormente había otros disketes que eran todavía más grandes de ls de 5 1/4 pero es que yo tan solo llegué a ver uno en toda mi vida y no tengo ni idea de como se llamaban. Reliquias del pasado se llaman ahora.
Tanto el de la foto como el que tengo que usar son de 3 1/2, mandaría webs que tuviéramos que usar de 5 1/4. Los mayores de 5 1/4 tengo un recuerdo muy vago de ellos, pero tampoco podría precisar si es de ésos o directamente un recuerdo muy difuminado de los 5 1/4. Sí recuerdo una especie de cartuchitos para el Spectrum, creo que se llamabn microdrives, o algo.
ResponderEliminarHala, Diskettes!!! Qué lujos!! Nosotros en Extranjería mandábamos al BOE cartitas de papel, chavalín. Y para rematar, en el MAP teníamos bastantes más medios que en el Ministerio del Interior, que es en donde estamos destinados Txio y un servidor en la actualidad. Para que te hagas una idea te diré que los subrayadores son considerados un artículo de lujo, y el tippex es un objeto legendario.
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