Este fin de semana se celebraba el Kobetasonic, con conciertos de Kiss, Judas Priest, Iron Maiden... pero como los conciertos me la pelan y no fui, pues hablaré de otras cosas.
El viernes, nada fuera de lo común, por la tarde me pasé por la frikitienda de Sarriko, as usual, y por la noche, al centro comercial a cenar con los de Tarasu, con la salvedad de que después de la cena, aprovechando que eran fiestas de Sestao, nos acercamos por ahí a dar una vueltilla, aunque en un plan bastante tranquilito.
El sábado a la mañana, proseguí con mis perversas gestiones para conseguir un móvil nuevo, de las cuales ya daré más detalles cuando lo tenga en mi poder, y a la tarde noche fuimos a casa del señor Zuhaitz (que cae allá por donde Escipión perdió su patata), a celebrar su cumpleaños y el de su señora (Nara) con pizzas, tarta, y Singstar, donde al final siempre cantábamos los mismos, y quedaba patente que cantar the Darkness es un suplicio para la garganta (pero me pude molar, cantando una de Sabina sin mirar la pantalla para nada).
La fiesta también vino acompañada del Buzz (el juego de preguntas y respuestas) y todo ello regado con algo de alcohol, que provocó que alguno de los presentes ya estuviera totalmente borracho a las 11 de la noche (y no miro a nadie, ejem).
Una vez salidos de casa, nos fuimos al Azzurro, recorriendo a pie una distancia que equivale a 3 veces el perímetro de Arkansas, lo menos, y en el Azzurro pudimos disfrutar de las excelencias del arriba citado Kobetasonic, ya que el bar estaba cuasivacío, y allí estuvimos hasta que a eso de las 2 nos encaminamos al también habitual Antzoki, donde estuvimos hasta que mis pies hicieron puf y no tuve más remedio que emprender el regreso a la Comarca, digo, a casa.
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