Siguiendo con el relato de mis tumbos por el mundo en la búsqueda de una forma de ganarme las lentejas, llego a otro episodio que nunca llegó a nada, otro de esos trabajos que acabé rechazando, digamos que por no satisfacer mis expectativas. (Y porque afortunadamente encontré cosas mejores).
Wesser
En una de mis múltiples incursiones al suplemento sepia del periódico dominical (o podría ser navegando por infojobs, vaya usted a saber), mis ojos se posaron en un anuncio que ponía "trabajo remunerado en ONG", y bueno, a falta de otras opciones retribuidas, decidí probar suerte. Así que llamé.
La empresa se llamaba Wesser&Partner, una empresa que se dedica a la promoción de ONG´s y captación de socios. ¿Sabéis esos grupos de chavales y chavalas que se apuestan en las calles, a la caza de suscriptores, bolígrafo en mano? Pues el trabajo era de eso.
En aquella reunión, en la que estábamos otro tipo y yo, el encargado nos comentó las excelencias de la empresa, las hazañas del fundador, de cómo se fue montando el chiringuito, y también nos comentó un poco en qué consistía el asunto; los promotores son enviados a un piso, rollo convivencia feliz, normalmente en otra ciudad (hablaba de que un grupo había sido enviado recientemente a Alicante) y tenían sus horarios y zonas en los que captar clientes, siendo las retribuciones a comisión: más gente cazas, más dinero ganas.
Lo del piso no dejaba de sonar un poco secta, pero como no tenía nada que me atara especialmente a Bilbao, lo de ir una temporada fuera no es algo que me incomodara demasiado, pero sí otras partes del asunto. El tema de pagar el piso, se supone que la empresa adelanta la pasta pero luego te lo descuentan de las comisiones que generes (vamos, que al final lo tienes que pagar) y no tranquilizaba mucho que a la pregunta "¿y si un mes no vendo nada?" la respuesta fuera que eso no podía pasar, seguido del cuento de la lechera.
Al día pasarán por la calle unas 1000 personas, de las cuales podrás preguntar a 100, de las que 50 no se pararán a escucharte, pero 50 sí, y de esos 50 alguno tiene que haber que esté interesado y se haga socio, con lo que es difícil que haya un día en el que no captes al menos un par de socios, y con un par de socios al día, ya te da para sacar un buen dinero al mes. (Ya claro, ¿y cada día pasan por esa calle mil personas distintas, no?)
Vamos, un argumento cojonudo. Ir hasta otra ciudad, a hacer el mono en la calle, no ver un duro y encima acabar debiendo dinero. No era el mejor plan, no. Y como quiera que tenía otras opciones laborales en mente (a las que ya me referiré otro día) decliné la oferta.
Oferta-ofertae.
Un tiempo después me volvieron a llamar para decirme que había un piso en Barakaldo (o podría ser Portugalete, no recuerdo), pero como ya estaba trabajando, y no era una oferta como para echar cohetes ésta de Wesser, pues les dije que no estaba interesado, que me borraran. Aquí admito que tal vez el fallo fue mío, al no decirles la primera vez de forma clara e inequívoca "no me interesa", por aquello de no cerrar puertas, y por eso la segunda vez ya fui más sincero. Debo decir también, que salvo por el citado cuento de la lechera, fueron bastante sinceros en cuanto al trabajo, sus características y las, ejem, retribuciones.
Pero pese a ello, y probablemente por eso mismo, salí de la entrevista espantado.
Wesser
En una de mis múltiples incursiones al suplemento sepia del periódico dominical (o podría ser navegando por infojobs, vaya usted a saber), mis ojos se posaron en un anuncio que ponía "trabajo remunerado en ONG", y bueno, a falta de otras opciones retribuidas, decidí probar suerte. Así que llamé.
La empresa se llamaba Wesser&Partner, una empresa que se dedica a la promoción de ONG´s y captación de socios. ¿Sabéis esos grupos de chavales y chavalas que se apuestan en las calles, a la caza de suscriptores, bolígrafo en mano? Pues el trabajo era de eso.
En aquella reunión, en la que estábamos otro tipo y yo, el encargado nos comentó las excelencias de la empresa, las hazañas del fundador, de cómo se fue montando el chiringuito, y también nos comentó un poco en qué consistía el asunto; los promotores son enviados a un piso, rollo convivencia feliz, normalmente en otra ciudad (hablaba de que un grupo había sido enviado recientemente a Alicante) y tenían sus horarios y zonas en los que captar clientes, siendo las retribuciones a comisión: más gente cazas, más dinero ganas.
Lo del piso no dejaba de sonar un poco secta, pero como no tenía nada que me atara especialmente a Bilbao, lo de ir una temporada fuera no es algo que me incomodara demasiado, pero sí otras partes del asunto. El tema de pagar el piso, se supone que la empresa adelanta la pasta pero luego te lo descuentan de las comisiones que generes (vamos, que al final lo tienes que pagar) y no tranquilizaba mucho que a la pregunta "¿y si un mes no vendo nada?" la respuesta fuera que eso no podía pasar, seguido del cuento de la lechera.
Al día pasarán por la calle unas 1000 personas, de las cuales podrás preguntar a 100, de las que 50 no se pararán a escucharte, pero 50 sí, y de esos 50 alguno tiene que haber que esté interesado y se haga socio, con lo que es difícil que haya un día en el que no captes al menos un par de socios, y con un par de socios al día, ya te da para sacar un buen dinero al mes. (Ya claro, ¿y cada día pasan por esa calle mil personas distintas, no?)
Vamos, un argumento cojonudo. Ir hasta otra ciudad, a hacer el mono en la calle, no ver un duro y encima acabar debiendo dinero. No era el mejor plan, no. Y como quiera que tenía otras opciones laborales en mente (a las que ya me referiré otro día) decliné la oferta.
Oferta-ofertae.
Un tiempo después me volvieron a llamar para decirme que había un piso en Barakaldo (o podría ser Portugalete, no recuerdo), pero como ya estaba trabajando, y no era una oferta como para echar cohetes ésta de Wesser, pues les dije que no estaba interesado, que me borraran. Aquí admito que tal vez el fallo fue mío, al no decirles la primera vez de forma clara e inequívoca "no me interesa", por aquello de no cerrar puertas, y por eso la segunda vez ya fui más sincero. Debo decir también, que salvo por el citado cuento de la lechera, fueron bastante sinceros en cuanto al trabajo, sus características y las, ejem, retribuciones.
Pero pese a ello, y probablemente por eso mismo, salí de la entrevista espantado.
Buenas! He llegado aquí de casualidad. Llevo 4 meses trabajando de esto mismo y estoy contentísimo.
ResponderEliminarEl trabajo mola (si te gusta hablar con la gente, aunque sean desconocidos), se paga bien y el ambiente con los compañeros (y jefes, incluso) es también muy bueno.
Yo empecé como trabajillo de verano y ahora no lo quiero soltar.
Y lo del piso, el alojamiento es gratis, que compañeros míos han estado en verano.
Si puedes, dale una oportunidad!
Pues, yo he de decir que he encontrado esto tecleando en el google images; wesser estafa (podeis hacer la prueba).
ResponderEliminarA mi todavía me deben un dinero que me prometieron y no me dieron, una especie de seguro o sueldo fijo que nunca llegué a ver porque no cumplí con sus expectativas (me destesticulo de la risa). Trabajé un mes para ellos, no en un piso si no en la calle y en invierno, aquí en Bilbo en la gran vía. Me vendieron el cuento de la lechera y yo ingenuo y parado de mí, cuando no hay más contigo Tomás.
Sabed todos que no trabajas para la cruz roja, trabajas para una subcontrata que te promete un dinero que no te va a pagar.
El tipo, que se las daba de encargado, ni me mira por la calle y espero que nunca lo haga, que va de coleguilla feliz y...¡NO!.
Sin más, felicidades por el blog, está currado.
P.D: El comentario anterior más sorbida de seso no podría ser. Seguro que también llegó aquí tecleando wesser estafa, pero para lavar imagen. XD
Anda, pues está bien que compartas esas experiencias, para evitar que la gente pique.
ResponderEliminarDel otro comentario, pues hombre, me chocó, pero cada uno es libre de poner lo que quiera.
Y bueno, por suerte, mi situación laboral actual hace poco probable que me vea trabajando en una de éstas.