Ayer me dio por ir a la piscina, y aunque no pude nadar mucho, ya que me olvidé de meter las gafas y los tapones para los oídos en la mochila, disfruté de un agradable baño y de la posterior tertulia piscinera con los amigos que me habían acompañado a nadar.
Y nuevamente, la misma jugada que tantas veces he repetido, ayer volvió a suceder. Meto euro en taquilla. Meto mis cosas. Vuelvo de nadar. Recojo mis cosas. Media hora después, me acuerdo del euro.
Sinceramente, creo que habré dejado más dinero en el gimnasio y en las piscinas con los euros que me dejo en la taquilla que con la cuota propiamente dicha. ¡Soy un borreeeeeeego!
Y nuevamente, la misma jugada que tantas veces he repetido, ayer volvió a suceder. Meto euro en taquilla. Meto mis cosas. Vuelvo de nadar. Recojo mis cosas. Media hora después, me acuerdo del euro.
Sinceramente, creo que habré dejado más dinero en el gimnasio y en las piscinas con los euros que me dejo en la taquilla que con la cuota propiamente dicha. ¡Soy un borreeeeeeego!
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