Este fin de semana llegaban las tradicionales fiestas de Basauri, que se suelen convertir en sinónimo de francachela y etílico desenfreno, donde el tequila es la moneda de cambio y donde llegar a casa con el amanecer no es una cosa extraña.
A pesar de mi cansancio, derivado de haberme levantado a las 4:15 de la madrugada para acompañar a cierta persona al aeropuerto, y de la lluvia, me apresté para salir, botella de ron-cola en ristre.
Pero parece que el destino tenía ideas mejores, pues tan pronto como entré en la estación, la amable megafonía comunicaba que debido a causas ajenas a la voluntad de RENFE, el servicio de esa línea quedaba suspendido, con lo que nuestros malvados planes de ir a Basauri quedaban en agua de borrajas.
Por lo que optamos por ir a mi casa, en honor a los clásicos, a montar la fiesta por nuestra cuenta, pero sin tequila y con bastante menos caos.
La gran ventaja, que hoy me he levantado sin resaca.
A pesar de mi cansancio, derivado de haberme levantado a las 4:15 de la madrugada para acompañar a cierta persona al aeropuerto, y de la lluvia, me apresté para salir, botella de ron-cola en ristre.
Pero parece que el destino tenía ideas mejores, pues tan pronto como entré en la estación, la amable megafonía comunicaba que debido a causas ajenas a la voluntad de RENFE, el servicio de esa línea quedaba suspendido, con lo que nuestros malvados planes de ir a Basauri quedaban en agua de borrajas.
Por lo que optamos por ir a mi casa, en honor a los clásicos, a montar la fiesta por nuestra cuenta, pero sin tequila y con bastante menos caos.
La gran ventaja, que hoy me he levantado sin resaca.
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