Año 2137. Algún lugar de la Tierra.
Los motivos se pierden, las causas se difuminan, la Guerra prevalece. La República Unitaria y la Federación de Empresas Libres han estado en guerra desde antes incluso de que muchos de los que ahora combaten nacieran. Unos dicen que la Federación se levantó contra la tiranía de la fascista República, para defender las libertades de los hombres. Otros sostienen que fueron el egoísmo y el ansia de riqueza y poder que proponía el modelo de capitalismo salvaje federal lo que hizo que la República tuviera que parar los pies a una cada vez más poderosa Federación.
Pero eso ya da igual, porque esa guerra hace mucho tiempo que la perdieron ambos contendientes, y ahora la lucha es por sobrevivir.
Las máquinas. Esas malditas máquinas...
El auge militar de la República era enorme, y la guerra parecía abocada a su final. Pero la Federación, contra las cuerdas, hizo uso de su arma más mortífera, a la que llamaron Erizo, una temible máquina voladora, del tamaño de un balón de fútbol, pero con astucia e instinto artificial, y la capacidad de detectar y destruir toda forma de vida enemiga. Escuchar el zumbido del Erizo significaba una muerte segura.
Pero los Erizos no tardaron en tomar consciencia de sí mismos, y pronto el esclavo se rebeló contra el amo, utilizando su siniestro talento contra unos y otros. Si los Erizos hacían distinción entre federales y republicanos, no lo mostraban. Pero lo peor es que eran capaces de aprender y evolucionar, y de extirparse ellos mismos los chips de control y destrucción que les habían instalado los ingenieros de la Federación. Y lo que es peor. Entre las cosas que aprendieron estaba la de crear más formas de vida artificial.
Así, crearon a los Brutos; versiones más grandes y fuertes de los Erizos, menos sutiles y silenciosos, pero temiblemente eficaces como tropas de asalto y capaces de derribar paredes y destruir vehículos blindados. Compartían el talento de los Erizos para detectar y destruir toda forma de vida humana. Y su temible zumbido.
Mientras tanto, la poca población que queda en la Tierra, aún inmersa en su guerra, se atrinchera para defenderse del enemigo, apurando los últimos sorbos de una jarra vacía de esperanza.
En el futuro, no hay futuro...
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