Entre pitos y flautas casi me olvidaba de actualizar esto, que hoy tiene entrada a modo de bitácora. Más allá de comentar el fin de semana (que aún está lejos de acabar, por aquello de que mañana es fiesta) me remonto al miércoles, ese en que me fotografié en el trono de hierro.
Resulta que mi amigo Óscar (amigo de veraneo en Santa Pola) estaba en Castro (cerca de Bilbao, para los no entendidos en geografía cantábrica) en un congreso, y fui a hacerle una visita (fuimos, ya que me llevó en coche Koldo, también amigo de Santa Pola pero de Bilbao) y ahí estuvimos pasando la tarde, rememorando viejas charlas sobre temas triviales y profundos, y encontrando en el paseo por Zierbena (donde fui juez de paz) con dos pequeños equinos que trotaban felices y sueltos (en la foto se ve a uno de ellos). El plan se repitió el jueves, y el viernes vino a Bilbao, donde tenía que coger el autobús que le devolvía a casa.
Por seguir con el viernes, después me fui a Portugalete, que celebraba sus fiestas y allí estaban los de la lonja, notablemente ebrios en su mayoría, y encontrarles fue una odisea, puesto que la batería de mi móvil estaba muriendo, y aquello estaba petado de gente. Pero al final, entre pitos y flautas, estuvimos un buen rato de fiesta.
Continúo con el sábado, que tuvo por la mañana incursión a Joker para comprar regalos, pues tenía a la tarde-noche fiesta de cumpleaños en casa (Zuha y Nara) que nos tuvo entretenidos hasta bastante tarde.
A las 4 de la mañana, una hora después de acostarme más o menos, ataque de insomnio que aproveché para avanzar un poco con el ReV de Pulp Fiction.
Y como mañana es fiesta, todavía queda fin de semana. ¡Viva el 4 de julio! ¡Barras y estrellas!
Resulta que mi amigo Óscar (amigo de veraneo en Santa Pola) estaba en Castro (cerca de Bilbao, para los no entendidos en geografía cantábrica) en un congreso, y fui a hacerle una visita (fuimos, ya que me llevó en coche Koldo, también amigo de Santa Pola pero de Bilbao) y ahí estuvimos pasando la tarde, rememorando viejas charlas sobre temas triviales y profundos, y encontrando en el paseo por Zierbena (donde fui juez de paz) con dos pequeños equinos que trotaban felices y sueltos (en la foto se ve a uno de ellos). El plan se repitió el jueves, y el viernes vino a Bilbao, donde tenía que coger el autobús que le devolvía a casa.
Por seguir con el viernes, después me fui a Portugalete, que celebraba sus fiestas y allí estaban los de la lonja, notablemente ebrios en su mayoría, y encontrarles fue una odisea, puesto que la batería de mi móvil estaba muriendo, y aquello estaba petado de gente. Pero al final, entre pitos y flautas, estuvimos un buen rato de fiesta.
Continúo con el sábado, que tuvo por la mañana incursión a Joker para comprar regalos, pues tenía a la tarde-noche fiesta de cumpleaños en casa (Zuha y Nara) que nos tuvo entretenidos hasta bastante tarde.
A las 4 de la mañana, una hora después de acostarme más o menos, ataque de insomnio que aproveché para avanzar un poco con el ReV de Pulp Fiction.
Y como mañana es fiesta, todavía queda fin de semana. ¡Viva el 4 de julio! ¡Barras y estrellas!
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