5: No se pueden curar del daño del día a día.
Una ventaja de tener un sistema nervioso central en completo funcionamiento es que hace un buen trabajo a la hora de avisarte de que has sufrido daño. Lo hace por medio del dolor. Piensa en los cortes con papel, los golpes en el dedo gordo y las veces que te has pillado los huevos a lo largo de tu vida. Ahora imagina que nunca se hubieran curado, que simplemente se hubieran quedado así y podrido mientras tú te dedicabas a acumular nuevos cortes con papel, dedos chafados y golpes en los genitales. Prácticamente cada herida que hubieras sufrido, habría acabado en amputación. Y una cosa que sabemos sobre los zombis de Romero y Fulci es que son extremadamente torpes, caminando entre puertas y hélices de helicóptero sin pensar en qué tipo de daño pueden estar sufriendo.
Mientras que la completa insensibilidad al dolor parece en teoría un superpoder, en la vida real te parecerías más al señor Burns que a Lobezno. La insensibilidad congénita al dolor es una condición neurológica con la que nacen algunas personas, lo que significa que no lo sienten. Pueden percibir cualquier todo lo demás, pero la ausencia de dolor significa que pueden acumular daños en el cuerpo sin ser conscientes de ello. Incluso con la capacidad de pedir ayuda, sus seres queridos cuidando de ellos y los mimos de la sociedad, esto sigue pudiendo llevar a todo tipo de mierdas, como partes del cuerpo infectadas o trozos mordidos de lengua.
Todos los golpes y trompazos que se dará un zombi después de pasearse, caerse de puentes y tropezarse por ahí en noches oscuras y nubladas acabará por dejarle sin miembros, sin dientes y con cada uno de los huesos de su cuerpo rotos. En serio, en caso de apocalipsis zombi quédate en casa y trágate los episodios de 24 del tirón (N. del T: discrepo, mejor ver cualquier otra serie). Después vete al jardín con el rastrillo para cadáveres y arregla el césped. (Si por lo que sea no tienes rastrillo para cadáveres, tendrás que hacerte con uno).
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