Adquisiciones jornadiles
Por una parte toca hablar de las jornadas, y del fin de semana en general. El viernes tocaba viajar a Madrid, pero al no haber billetes en clase Supra, tocó viajar en normal, que resulta mucho más incómodo. Pero bueno, estaba ya en Madrid, que era de lo que se trataba. Allí, cenar, saludar y pronto a la cama, que el sábado tocaba levantarse razonablemente pronto. No sin antes tener una pelea con cierto caramelo saltarín, incapaz de entrar en la vasija con los demás.
El sábado por la mañana, típicos rituales de jornadas; visitar stands, saludar a conocidos, etc. Allí pruebo un excelente juego de mesa de baloncesto, "Solo baloncesto", muy trabajado y bien simulado. Para comer, casi a las 4, unas hamburguesas. Y por la tarde, juegos chorras, como una carrera de cerdos, donde nos gana un jugador ficticio jugando al azar, un tronchante Ligretto, o una de Wasabi. El domingo por la mañana juego una partida de rol, Exo, juego al que no había jugado en años, y por la tarde probamos el Hanabi, y uno de los hallazgos: el Tokio Train, un juego de dar indicaciones a toda prisa y en pseudojaponés, con el que nos saltaban las lágrimas de la risa.
Por lo que a las jornadas respecta, poco más, y la nota negativa el viaje de vuelta. Había cogido, al no haber Supra de verdad, en Supra Economy, que se supone que es igual, pero sin que te den de comer. Pero no solo eran esas las diferencias, sino que no funcionaban las tomas de corriente, las que suelo usar para cargar el portátil y el móvil e ir cómodamente viendo series o películas. Y encima hicieron parada en Lerma, cuya ausencia es otra cosa que caracteriza al Supra. Sin comida, sin poder usar el portátil y con parada en Lerma... ¿para qué coño pagué la diferencia con el billete normal?
El sábado por la mañana, típicos rituales de jornadas; visitar stands, saludar a conocidos, etc. Allí pruebo un excelente juego de mesa de baloncesto, "Solo baloncesto", muy trabajado y bien simulado. Para comer, casi a las 4, unas hamburguesas. Y por la tarde, juegos chorras, como una carrera de cerdos, donde nos gana un jugador ficticio jugando al azar, un tronchante Ligretto, o una de Wasabi. El domingo por la mañana juego una partida de rol, Exo, juego al que no había jugado en años, y por la tarde probamos el Hanabi, y uno de los hallazgos: el Tokio Train, un juego de dar indicaciones a toda prisa y en pseudojaponés, con el que nos saltaban las lágrimas de la risa.
Por lo que a las jornadas respecta, poco más, y la nota negativa el viaje de vuelta. Había cogido, al no haber Supra de verdad, en Supra Economy, que se supone que es igual, pero sin que te den de comer. Pero no solo eran esas las diferencias, sino que no funcionaban las tomas de corriente, las que suelo usar para cargar el portátil y el móvil e ir cómodamente viendo series o películas. Y encima hicieron parada en Lerma, cuya ausencia es otra cosa que caracteriza al Supra. Sin comida, sin poder usar el portátil y con parada en Lerma... ¿para qué coño pagué la diferencia con el billete normal?
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