¡Pasajeros, al tren!
Interraíl es sinónimo de pasar muchas horas en el tren, pero también en la estación. Y muchas veces, al no existir trenes directos de un sitio a otro, tocaba hacer trasbordos. Así, siendo nuestro destino Estambul, tuvimos que hacer dos paradas.
Una, la ya mencionada en Salónica, de la que apenas tengo un vago recuerdo de la estación, donde tuvimos que esperar un rato largo (la operación se repetiría a la vuelta) hasta las 7:30, que es cuando llegaba nuestro siguiente tren.
Thesalonika-Pythion: "En todos los trenes griegos, nos exigen comisión".
En efecto, en muchos trenes había que pagar un sobrecoste, ya que no todos estaban incluidos en el Interraíl, por ser Intercity o similares. En este caso, la encrucijada era pagar algo más o tirarse todo el día esperando en la estación de tren. Y como el tiempo era un recurso valioso, decidimos pagar un poco más, y tomar ya el tren que nos llevaba a territorio turco.
No sin tenerla montada, ya que aunque habíamos pagado billetes de asiento, no los había libres. Y tras mucho protestar, por fin conseguimos sentarnos.
Y tras 20 horas de tren, llegamos a Pythion, localidad fronteriza con Turquía, donde nos gestionan el visado (básicamente, venía un señor y se llevaba nuestros pasaportes y nuestro dinero, dejándonos únicamente la confianza en que volviera).
Y tras ese bonito rato de incertidumbre, admirando lo que se ve de Turquía, con sus gentes, sus casas, su cultura, sus tanques en las vías y sus camiones militares, nos dan los pasaportes (en sentido afortunadamente literal) y volvemos a montar en un tren, digamos que, eh, "rústico".
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