Los propios jugadores daban muestras de aburrimiento.
Un auténtico partidazo el vivido hoy en Miribilla, un verdadero choque de titanes ante un rival de grandísima calidad que lo dio todo, y un encuentro vibrante en el que la emoción del resultado duró hasta el último suspiro.
Bueno, es que cuando no me gustan los partidos, me los invento.
Lo cierto es que el de hoy es uno de esos partidos que no pasarán a la historia, dada la escasa entidad del rival, un conjunto búlgaro que vivía de los puntos de sus 4 americanos, y que solo plantó cara durante el primer cuarto, en el que llegaron a ir 6 puntos arriba (7-13), amenazando con hacernos un Buducnost, y con su pívot Waltford (el de la foto) con 10 puntos en un cuarto, en lo que parecía que iba a ser un partido más duro de lo esperado.
Pero tras ese espejismo inicial, el equipo de Bilbao sacó el rodillo y no tardó mucho en dar la vuelta al resultado, para ir poco a poco aumentando la renta, y acabar ganando por 22 un partido que, de haber querido, habría ganado por 30.
4-0, clasificación matemática conseguida para la segunda fase, y un partido del que dentro de unos años ni me acordaré.
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