jueves, 24 de enero de 2013

Ahí al lado

Así es como creemos que es. 

La luna, esa invitada de plata que viene a vernos por las noches, a veces esfera, a veces sonrisa. Generadora de mareas, poesías y hombres-lobo, y supuestamente visitada por el hombre en 1969. En noches de cielo despejado, cuando la luna llena se muestra en todo su esplendor, podemos verla casi como si estuviera en el edificio de enfrente, apreciando sus arrugas (producto, sin duda, de la edad) y sus mares. 

Parece que está ahí al lado, casi al alcance de la mano. Pero la realidad es otra, y esta ilustración nos permite hacernos una idea bastante más aproximada de la distancia que nos separa de la Luna.


Así es como es en la realidad.

¿Impresionante, eh? Yo tuve conocimiento de esto en un documental, en el que hacían el símil con un balón de baloncesto y una pelota de tenis, preguntando a la gente por la calle. Nadie acertó. Yo tampoco.

Aproximadamente tenemos que es una distancia de 380.000 kilómetros, y si tenemos en cuenta que el perímetro de la Tierra es de unos 40.000, nos da que para ir a la Luna habría que recorrer una distancia equivalente a ir y de una punta a otra de Bilbao unas 20 veces.

Y esto nos lleva a la reflexión de que siendo el sol exageradamente más grande que la Luna, y que a veces se ve incluso más pequeño que esta... buf, como para ir andando.

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