Navarro y Grimau, protagonistas ayer.
La lógica indica que mañana el Fútbol Club Barcelona derrotará al Bilbao Basket y pasará a semifinales. Pero también la lógica indicaba que ayer el Bilbao Basket iba a perder con claridad, dando por finalizada la temporada.
Y así fui yo ayer a Miribilla, con la sensación de ir a ver un partido irrelevante, de cierre de temporada, en el que el equipo visitante haría los trámites necesarios para ganar. Eso pareció también pensar el Barça, que pagó las consecuencias de querer ganar sin esforzarse, y para cuando reaccionó, ya fue tarde. Hasta 20 puntos arriba llegaron a ponerse los de negro, pero la plantilla del FCB es siempre peligrosa, y a punto estuvo de completar la remontada. Afortunadamente, un inexplicable fallo de Todorovic cuando se iba solo en un contraataque, y la seguridad de Raül López en los tiros libres, acabaron decantando el triunfo para el equipo local.
Del Barcelona repito el chiste, que debería llamarse Osasuna, ya que el equipo es Navarro. No tanto porque el juego se mueva a través de él, sino porque es el mejor termómetro del estado de su equipo. Si está mal, su equipo sufre, y si está bien, no hay quien le gane. Y ayer, por suerte, empezó bastante flojo y despertó tarde, pero cuando despertó, del +20 pasó al +1.
Mucho sufrimiento ayer, pero la alegría de la victoria, y de poder decir que todavía no se ha acabado la temporada.
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