Sí, ahí iba sobrio.
Ayer, cosa rara, tuve que ir con el traje a trabajar. No porque me apeteciera dar un toque de distinción en la oficina, sino porque a la salida de trabajar tenía que ir escopetado a Ereño, donde era el banquete de la boda de una prima de mi señora novia. Y a la ceremonia no pude asistir, pero me daba tiempo al menos a ir a la comida, que no nos engañemos, es la parte buena.
Así que cogí el autobús a Gernika, autobús que tantos recuerdos me trae (de cuando trabajá allí hace 10 años) y una vez allí, un taxi al restaurante, llegando prácticamente a la vez que el resto de la comitiva que iba en el autobús.
Luego una comida verdaderamente pantagruélica, seguida de copas y bailoteo (vaya manera de sudar, entre el calor y los bailes), y hacia las 10 de la noche, autobús que previo paso por Mundaka y Bermeo nos llevaba finalmente a casa.
En la parte anecdótica, que a pesar de ir por la parte de la novia, resultó que conocía a dos de los amigos del novio: uno, por ser conocido de los partidos del Bilbao Basket, y el otro, por haber coincidido precisamente hace 10 años en el Ayuntamiento de Gernika. El mundo es un pañuelo.
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