Castillo de San Jorge
Ya he regresado a Bilbao, y termino con la crónica lisboeta. Ayer, último día y con un sol de justicia, empezamos con un paseo al tradicional barrio de Alfama, donde vemos la Catedral (que recuerda un montón a Notre Dame), y seguimos subiendo, callejeando por Alfama, hasta llegar al Castillo de San Jorge, que domina la ciudad.
El buen tiempo hace que el paseo, a pesar de sus muchas cuestas y escaleras, sea muy agradable, pero sin duda me quedo con el periscopio de la torre de Hércules, donde se puede ver toda la ciudad, en tiempo real, y que merece mucho la pena, y además el guía era muy bueno. En este punto conviene aclarar que la charla tenía que ser en castellano, y así estaba programada, pero dado que solo estábamos dos personas de 20 que entendíamos el castellano, y pese a no tener ninguna obligación de hacerlo, decidimos ceder y que la explicación fuera en inglés, aunque la verdad es que no hubo problema y se le entendió a la perfección.
Después de ver el castillo fuimos a comer a un sitio con aspecto de tugurio, pero de comida excelente (y precios nada de tugurio, pardiez), probando el bacalao a bras y el bacalao a la nata (una especie de bechamel). Seguimos el paseo, nuevamente por la Muraria (es como pasarse por el barrio de San Francisco de Bilbao), Plaza de Comercio, Ayuntamiento y Chiado, donde hacemos acopio de salami en la pastelería (que no es salami, sino una especie de bizcocho de chocolate con galleta muy rico)
El resto del día consiste en pasear, y después de la cena, al hotel, donde vemos que la ventana no cierra bien porque el pomo está diseñado al revés. Pero a esas alturas ya no apetecía quejarse.
Y entre eso y el viaje de vuelta, sin mayores incidentes, ha sido el viaje por Lisboa. Vuelta a la realidad.
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