Hoy, un preciado tesoro.
Aunque oficialmente empiezan mañana, hoy era festivo en Bizkaia, por lo que apetecía salir de la rutina y tener un poco de playa. Para eso, una buena opción era pasar el día en la no tan lejana Castro Urdiales.
Ya ir ha sido un tanto azaroso, ya que había bastante tráfico y hemos tardado en llegar más de lo habitual. Pero bueno.
Una vez allí, plan de veraneo total: llegar y chapuzón en la playa, que se estaba de maravilla, a comer a un semi-italiano, caro pero rico y después de la siesta de sobremesa, otra vez playa y baño, aunque breve, que los nubarrones amenazaban con chaparrón.
La putada ha sido al volver, ya con una cola considerable en la parada, donde después de un rato largo esperando ha llegado el autobús, ya lleno, dejándonos a todos en tierra (era la última parada antes de salir de Castro). Las opciones eran esperar al siguiente (fuera cual fuera) y jugárnosla a que pasara lo mismo o remontar el trayecto del autobús en sentido inverso, para coger el autobús ahí.
Optando por la segunda, hemos ido dejando atrás paradas llenas de gente hasta llegar a una, de las primeras, que parecía más practicable. Ideaca, pues ha venido el autobús, nos hemos subido y una vez se ha llenado hemos ido viendo cómo en algunas paradas (entre ellas nuestra parada inicial, claro) se iba quedando gente en tierra, gente que miraba nuestro autobús con envidia y odio, gente que estaba ahí cuando nos fuimos de la parada.
Afortunadamente, a la vuelta no ha habido excesivo tráfico y hemos llegado a Bilbao a hora razonable.
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