No pretendo ofender. Pero francamente, si alguien se ofende con esta foto, es que es anormal.
Una desgraciada noticia ha removido hoy el mundo de la prensa. Cualquier medio de comunicación contará mejor que yo cómo unos fanáticos descerebrados (no merecen otro nombre) han decidido atacar la sede del periódico humorístico Charlie Hebdo y asesinar a algunos de sus autores, por haber parodiado a Mahoma, lo que ofende, según esos descerebrados al Islam.
No me cabe duda que si algo ofende a los millones de musulmanes y ataca gravemente a su religión no son las caricaturas sino los fanatismos, que hacen muchísimo daño a un colectivo al que dicen defender. Como cuando ETA se dedicaba a hacer el cabra, maldita la gracia, "en nombre del pueblo vasco" (mentira, no representaban a nadie, solo a sí mismos).
No me gustan nada, adelanto, las religiones, ninguna. Creo que son nocivas y perniciosas, pero también creo que cada uno es libre, en la esfera de su vida privada (tanto de forma individual como colectiva) de profesar la que le venga en gana. El mismo derecho que tengo yo a ser ateo lo tiene otro a pensar que el mundo lo hizo alguien y ese alguien le dicta normas de conducta. Y mientras no se salte las leyes y respete a los demás, es muy libre de autoimponerse las normas que quiera, como si quiere vestir de azul los jueves.
El problema son los fanatismos, la gente que se escuda en las ideas para cometer este tipo de barbaries, y bueno, la gente que en el fondo está encantada de que existan. Es triste pero habrá mucho indeseable encantado con que haya pasado esto, pues es un día feliz para la xenofobia.
Pero al contrario de lo que proclaman muchos todólogos de barra de bar, la solución no es responder a la violencia con violencia. El camino es solidarizarse con la obar y decir "con vuestras reglas no vais a conseguir nada" y sobre todo que todos los musulmanes sean conscientes de que los autores del
atentado son los responsables de que hoy Internet esté repleto de
caricaturas de Mahoma.
Siguiendo una reflexión muy inteligente del escritor Ricard Ibáñez, había pensado en no poner ninguna, ya que no es justo ni necesario ridiculizar las creencias ajenas para criticar lo que una minoría de ese colectivo haya hecho. Pero pensándolo mejor, es la mejor forma de plantar cara y solidarizarse. Además, si alguien se ofende por esto no merece mi respeto.
Así que aporto mi pequeño grano de arena:
No está muy logrado, pero es un Mahoma.
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