El homenajeado, estrenando regalos.
Ayer fue un día bastante bonito y emotivo gracias a la fiesta sorpresa que organizamos (uso el plural aunque yo hice poco más que participar) a Patxi, componente del grupo de teatro, con motivo de su 60º cumpleaños.
Lo que lo hizo especial fue la conspiración que hubo detrás para que, como en las películas, él no supiera nada hasta llegar al restaurante y encontrarnos ahí a todo (se nos emocionó, y casi se le cae la lagrimilla). Todo fue a la perfección gracias a toda una serie de mentiras y coartadas hábilmente urdidas para que tragara el anzuelo, y vaya si lo tragó.
Una cena muy especial, y algo que hace presente que los ensayos son muy divertidos y representar las obras es la hostia, pero lo verdaderamente especial de hacer teatro, es haber formado este grupo tan especial y bien avenido. Y me alegro de formar parte de ello.
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