Entre lo delicioso y lo infame.
En lo que ya es una bonia tradición, ayer volvimos a juntarnos en amor y compañía para ponernos delante de la tele a ver Eurovisión, acompañando el evento de unos chupitos temáticos por países.
Cada uno de nosotros era representado por un país aleatorio y a mí me tocó ese país tan europeo que es Australia. Dulce y afrutado, con una rodaja de piña. Y compartido con los otros señores García, nos hacemos con Bélgia (rico, as usual).
En un evento dominado por ese momento de crisis cuando se fue la señal televisiva (que por suerte volvió), empecé flojo, ya que Australia estaba todo el rato en la zona alta de la clasificación, pero con cincos y seises (bebes si te dan 12, 10, 8 o un punto), así que mediado el ecuador del evento, aún no me había tocado nada.
Dinamarca rompió esa dinámica, con un chuito imbebible (por lo mal que sabía y porque estaba congelado) y luego le siguió Suiza (mucho más rica y menos transparente). Sigue Armenia, que justo me da un punto, y un chupito rico, sobre todo si lo comparamos con el siguiente, Suecia, tan asqueroso como el danés.
Un país de nombre similar y chupito rico, Austria, me hace beber, encabezando una racha de unos cuántos seguidos e infames, como Hungría y Reino Unido (lagrimones de lo ácido que era). No queda ahí la cosa, pues me tocan Países Bajos (bien) y Polonia (aceptable), antes de un riquísimo San Marino con sabor a galleta y un Islandia que no es líquido, sino que son ositos de gominola de licor. Ya para cerrar, Noruega demuestra que la canción australiana gustó mucho por Escandinavia.
Un honroso quinto puesto (sumado a que Bélgica, que compartía con otros dos señores quedó cuarta, pero ahí ya no llevé, el recuento de chupitos), not bad.
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