¡Hola, Clementine!
Una película de zombis en la que los zombis no son el mayor de los problemas. Con un aire que recuerda mucho al juego de mesa "Dead of Winter", que aún tengo por estrenar, aquí el apocalipsis Z es simplemente un detalle cosmético, ya que durante gran parte de la película el aislamiento, el frío y el hambre son las amenazas reales a las que se enfrentan los protagonistas. De hecho, la historia principal se sitúa varios años después del estallido, cuando parece que los muertos vivientes han dejado de ser una amenaza.
Sin embargo, la película no carece de su dosis de sustos y tiros, ya que los primeros compases son bastante intensos (y caóticos, con una cámara que homenajea al hermano epiléptico de Michael Bay) y el climax final vuelve a tener su dosis de adrenailia, tiros y cadáveres que corren.
No es una película que vaya a revolucionar el género (aunque sí que hace una propuesta más o menos original en su manera de ver los zombis) pero se deja ver, y es en algunos aspectos lo que debería haber sido la serie de The Walking Dead.
La película se deja ver y ya que menciono lo estético, consigue, en las escenas que no son de combate, una fotografía bastante atractiva con el juego de luces y colores.
La película se deja ver y ya que menciono lo estético, consigue, en las escenas que no son de combate, una fotografía bastante atractiva con el juego de luces y colores.
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