No solo en el Corte Inglés.
Todo lo bueno se acaba y las vacaciones no han sido una excepción. Tras un agosto relajado hoy el cruel despertador sonaba de nuevo, obligándome a ir a la oficina. Realmente no me tocaba hasta mañana, pero ya que era lunes, decidí adelantar un día mi regreso y así ahorrar el día de vacaciones para más adelante.
Sin embargo, no era yo el único que volvía al trabajo. Ayer a la 1 de la madrugada un desagradable zumbido tenía a bien despertarme: mosquito. Por suerte, el síndrome postvacacional hizo mella en él: conseguí encender la luz y darle caza, lo que impidió que me diera la noche.
Sin embargo, eso no ha impedido que fuera duro madrugar y reincorporarme al puesto, sobre todo por la parte del ordenador que funciona como una patata y consigue desesperarme, o esos momentos de desconcierto inicial de "a ver si me acuerdo de qué tenía que hacer".
De todas formas, aún me quedan dos semanas de dulce horario de verano. Cuando regrese el horario de invierno, eso sí que va a ser duro...
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