Una de las procesadas presta declaración.
Ayer se materializaron por fin las 4 semanas de trabajo, representando en una abarrotada Plaza Nueva el juicio de Farolín y Zarambolas, en el cual yo hacía de juez, como se puede intuir viendo la foto de arriba.
La cosa empezó pronto con sesión de vestuario y maquillaje, todo muy profesional, y añadiendo 30 años a mi aspecto físico, todo bastante divertido. Luego fuimos a la Plaza Nueva a ver el sitio en el que actuaríamos y de ahí al Ayuntamiento, donde ya empezaba el paripé, con el pasacalles de los acusados; Farolín y Zarambolas.
El pasacalles desembocaba en la Plaza Nueva, donde nos esperaban el escenario y una multitud deseando ver el espectáculo. Y para cuando nos dimos cuenta, la obra ya había empezado.
Era la primera vez que actuaba ante tanta gente, pero eso no me supuso ningún problema (¿cortarme yo?), y aunque hubo algún que otro fallo (siempre los hay), la cosa salió aceptablemente bien, y sobre todo fue muy divertida.
De ahí nos fuimos con los ya condenados al escarnio público, en el que les llovían hortalizas y por mi parte di por finalizada la fiesta, devolví la ropa, me desmaquillé, fui a cenar con los amigos, y lo que quedaba de mí se fue a casa. Que parece que no, pero todo esto era gratificante pero agotador.
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