viernes, 22 de abril de 2016

Final Fantasy VIII

El Final Fantasy favorito de la gente a la que no le gusta Final Fantasy

Uno de los ejemplares de la era dorada de la franquicia, Final Fantasy es ese juego que lo odias o lo amas, ya que tiene el honor de ser el favorito de muchos pero también el más odiado por otros. 

Esto se debe, en gran parte, a que fue muy rupturista con lo de antes. Por primera vez rompía el molde, tan del género, de usar monigotes cabezones y los cambiaba por figuras estilizadas, más salidas de un dorama coreano que de lo que el público estaba acostumbrado a ver. Pero también introducía importantes cambios de jugabilidad, algunos de ellos muy criticados, como que no tuviera sentido "farmear" (deambular matando monstruos para conseguir experiencia) o que la magia hubiera que irla buscando por el mapa o extrayéndolo de los combates. Su historia, completamente culebronesca, también levantó odios y pasiones, con la historia de amor entre un adolescente emo hostiable y un espárrago anoréxico (que mi barrera de objetividad no permita ver mi opinión al respecto). A cambio, lo que verdaderamente era uno de sus puntos fuertes, ofrecía espectaculares escenas cinemáticas, que gráficamente eran pura gloria para su época (estamos hablando de finales de los 90), y una banda sonora a la altura de las mejores obras de Nobuo Uematsu. Y, cómo no, el juego de cartas Triple Triad, uno de los mejores minijuegos de la historia de los JRPG.

Esto era mejor que el propio juego.

En mi caso, aunque desde un principio me echó muy para atrás su estética, el trauma gordo ya lo había pasado con el FFVII (del cuál hablaré otro día), y aunque noté un bajón, fue mucho más gradual con respecto a quienes tienen a las aventuras de Cloud en los altares del RPG (opinión que desde luego no comparto). Le di una oportunidad, y por A o por B, no me disgustó del todo, y aunque había cosas que me rechinaban, y la historia principal no me terminaba de enganchar, pero sí tenía un "algo", no sabría qué decir, y sobre todo me gustó el ir por el mundo desbloqueando las invocaciones. Y el mencionado juego de cartas. La verdad es que nunca llegué a amar este juego, pero tampoco lo llegué a odiar tanto como otros.

Un emo sostiene un espárrago.

El caso es que no había vuelto a jugar al Final Fantasy VIII desde entonces (año 2000), y cuando salió en Steam, decidí darle una oportunidad. Como esperaba, el juego me seguía sin decir demasiado, y la historia me seguía sin enamorar, pero entretenía, y no me arrepiento de haberlo jugado. Sin embargo, y como también sospechaba, es un juego que técnicamente ha envejecido fatal. Puede que para alguien acostumbrado a videojuegos modernos pueda resultar chocante, pero en su momento estos gráficos eran lo más de lo más. En su momento, claro, pues actualmente esas caras planas, esos polígonos mal hechos, esas extremidades absurdas... dan risa, habiendo sido en ese sentido adelantado por algunos de sus antecesores (léase el FF VI) a los que el tiempo ha tratado mucho mejor. Algo mejor paradas quedan las entonces espectaculares escenas cinemáticas, que hoy pueden llegar a correctas, y la jugabilidad, habría que juzgarla desde el punto de vista de alguien que no probara este género, claro. A mí me parece de lo más normal. Donde sí que, en cambio, mantiene un nivel espectacular, y que seguirá siendo su punto fuerte, es en su música, con algunas piezas musicales que hacen que FFVIII tenga una de las mejores bandas sonoras de la saga. 

Como muestra, algunas de sus piezas:


Escena musicalmente preciosa.

Épico.

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