Mucho mugido para tan poca cornada.
Como buen fanboy suyo que soy, la presencia de Luis Tosar me suele arrastrar al cine a ver sus películas, incluso aunque estén protagonizadas, como ésta, por Mario Casas. A Casas hay que reconocerle que ha mejorado, que ya no es aquel croissant que daba vergüenza ajena en "Los hombres de Paco" y que a veces consigue actuar (de hecho, en sus andaduras con Álex de la Iglesia ha jugado a buen nivel), pero esta película, con hechuras de telefilme de acción de Antena 3 de sábado por la tarde, no es el caso, y toda la buena pinta que pudiera tener el trailer se diluye a medida que avanza la película. Divertida y palomitera sí es, pero a ratos un poco despropósito, con un exceso de clichés trasnochados y excesivamente previsible en algunos de sus momentos supuestamente climáticos.
Empieza más o menos bien, contando la historia de tres hermanos que trabajan de sicarios para un mafioso malagueño (y miembro de la sociedad de asesinos del Assassin´s Creed) y cómo uno de ellos, que se hacer llamar "Toro" decide dejarlo. Pero antes de que se retire dan un último golpe, en el que las cosas salen mal, uno de los hermanos muere, Toro va a la cárcel y López (Luis Tosar) se dedica a lo suyo, que es ser uno de los personajes de GTA V.
Parecidos razonables.
Cinco años después, Toro está con el tercer grado, a punto de salir de la cárcel del todo y hace una vida más o menos normal, con su trabajo y su novia jamelga (comprensible, es Mario Casas), y su hermano López (en adelante, Trevor) se está dedicando a estafar dinero al jefe (José "Ezio" Sacristán), que decide mandar unos sicarios a su casa, a pegarle una paliza y secuestrarle la hija, tras lo que Trevor decide pedir ayuda a su hermano, a quien lleva sin ver cinco años. Toro remolonea, pero acaba accediendo a la petición y decide ir a hablar con Ezio, a ver si hay alguna manera de llegar a un arreglo.
Hasta ahí, la película bien. En ese momento a Toro se le va la pinza y decide que la mejor manera de que le den la libertad condicional del todo es liarse a tiros y robar un coche, así que arma la marimorena y un par de disparos, patadas y coches volcados después, en una persecución con todos los clichés de las persecuciones de coches en Los Angeles, ya tiene a todo el crimen organizado de la provincia de Málaga detrás, y con la obligación de estar en la cárcel antes de las 22:00, o le riñen.
De ahí, a una sucesión de persecuciones, misiones de infiltración, venganza y sopapos en las que Toro todo lo puede (normal, es Mario Casas) y con tras una escena final, con aires de videojuego de los 90, que a gusto habría firmado el propio Mark Dacascos, llega el enfrentamiento final contra el Ezio, que es el malo, que además de ser inteligente y rico, es un experto en el uso de cuchillos, así que la pelea épica está servida, para solventarse con un, ejem, sorprendente, tjo, giro de guión.
Y ya con la papeleta resuelta, con ambos hermanos reconciliados (es obligatorio en el género, que si empiezas odiando a un familiar y no queriendo ni saludarle, acabe siendo tu nuevo mejor amigo) y con el héroe de la película caminando hacia el sol. O en este caso hacia la cárcel, de donde por cierto no le deberían dejar salir en varios años, por su flagrante delito de quebrantamiento de condena, unido a varios homicidios, lesiones, allanamientos de morada, daños y diversas infracciones del Código de Circulación.
Pero no importa, pues es Mario Casas.
Hasta ahí, la película bien. En ese momento a Toro se le va la pinza y decide que la mejor manera de que le den la libertad condicional del todo es liarse a tiros y robar un coche, así que arma la marimorena y un par de disparos, patadas y coches volcados después, en una persecución con todos los clichés de las persecuciones de coches en Los Angeles, ya tiene a todo el crimen organizado de la provincia de Málaga detrás, y con la obligación de estar en la cárcel antes de las 22:00, o le riñen.
De ahí, a una sucesión de persecuciones, misiones de infiltración, venganza y sopapos en las que Toro todo lo puede (normal, es Mario Casas) y con tras una escena final, con aires de videojuego de los 90, que a gusto habría firmado el propio Mark Dacascos, llega el enfrentamiento final contra el Ezio, que es el malo, que además de ser inteligente y rico, es un experto en el uso de cuchillos, así que la pelea épica está servida, para solventarse con un, ejem, sorprendente, tjo, giro de guión.
GTA Andalucía
Pero no importa, pues es Mario Casas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si no estás registrado y no te apetece hacerlo, puedes comentar igualmente usando el usuario genérico:
USUARIO blogcomentarista@gmail.com
CONTRASEÑA Comentario1