Un ejemplo.
Ayer anunciaba su retirada el futbolista navarro Carlos Gurpegui, un jugador que me parece digno de admiración, a pesar de jugar en el Athletic de Bilbao. Hace mucho que no me molesto en disimular mi animadversión por el equipo de fútbol de mi ciudad, pero no es un impedimento, sino que hace que tenga incluso más mérito, que hasta yo me quite el sombrero ante quien siempre me ha parecido un ejemplo de superación.
Gurpegui, recordemos, fue sancionado prácticamente al principio de su carrera como consecuencia de un control antidopaje, sobre el que no me voy a pronunciar aquí (más que nada porque no tengo ni idea, pero tampoco viene al caso) y fue sancionado a dos años sin poder jugar, lo que en el caso de un deportista profesional es prácticamente una pena de muerte deportiva. Hasta que se materializó la sanción siguió jugando, y soportando estoicamente insultos como "yonki" o "drogadicto" en bastantes campos, y finalmente llegó el momento en el que los recursos y las suspensiones cautelares postergar más la cosa y se tuvo que tirar dos años enteros sin jugar.
Pero durante esos años no tiró la toalla y siguió entrenando, hasta que volvió a los terrenos de juego y siguió haciendo lo que mejor se le daba: jugar a fútbol, sin hacer ruido ni sembrar polémicas, sin tratar de verter sus iras contra nadie, y dando un ejemplo de pundonor y sacrificio, siendo, me consta, uno de los jugadores más queridos por los aficionados del equipo rojiblanco.
Por eso, y pese a jugar en un equipo con el que estoy lejos de simpatizar, me he de quitar el sombrero ante Don Carlos Gurpegui Nausia y espero que haya muchos como él, en todos los deportes. Se cayó de muy alto y se hizo mucho daño al darse contra el suelo, pero se levantó.
Gurpegui, recordemos, fue sancionado prácticamente al principio de su carrera como consecuencia de un control antidopaje, sobre el que no me voy a pronunciar aquí (más que nada porque no tengo ni idea, pero tampoco viene al caso) y fue sancionado a dos años sin poder jugar, lo que en el caso de un deportista profesional es prácticamente una pena de muerte deportiva. Hasta que se materializó la sanción siguió jugando, y soportando estoicamente insultos como "yonki" o "drogadicto" en bastantes campos, y finalmente llegó el momento en el que los recursos y las suspensiones cautelares postergar más la cosa y se tuvo que tirar dos años enteros sin jugar.
Pero durante esos años no tiró la toalla y siguió entrenando, hasta que volvió a los terrenos de juego y siguió haciendo lo que mejor se le daba: jugar a fútbol, sin hacer ruido ni sembrar polémicas, sin tratar de verter sus iras contra nadie, y dando un ejemplo de pundonor y sacrificio, siendo, me consta, uno de los jugadores más queridos por los aficionados del equipo rojiblanco.
Por eso, y pese a jugar en un equipo con el que estoy lejos de simpatizar, me he de quitar el sombrero ante Don Carlos Gurpegui Nausia y espero que haya muchos como él, en todos los deportes. Se cayó de muy alto y se hizo mucho daño al darse contra el suelo, pero se levantó.
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