Recibiendo visitas familiares.
Seguimos con las fiestas, que avanzan inexorables y llegamos al lunes, que desde hace años es sinónimo de turno de barra y de pasar toda la tarde en la txozna, pues es el día en el que hacemos turno. Concretamente me tocó estar desde las 4 de la tarde hasta la 1 de la mañana.
Y al acabar, pues ya que estaba ahí, había que beber un poco, y pasar al otro lado, al de los clientes, con algo de bailoteo y katxis de ron con cola, para seguir con la tranquila tertulia terracera (con más ron-cola) en el interior. Y momento delirante cuando, con la excusa de que se están cagando, dos señores saltan la lona que delimita la txozna para intentar acceder al baño y a los que cuesta, dada su insistencia, echar fuera. Lo sorprendente es que en vez de llamar a la puerta saltaran, todavía nadie se explica cómo, la lona. Mérito no se les puede negar. Alguien debería explicarles que los Juegos Olímpicos terminaron el domingo.
Y el sábado vuelta a la barra, que es la parte de fiestas de Bilbao que más me gusta.
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