jueves, 29 de septiembre de 2016

El futuro ya no es lo que era

¿En serio, qué me hizo pensar que esta película podría ser buena?

La película no tenía especial buena pinta, de hecho tenía una pinta a cutre que echaba para atrás. Y no mentía, lo es. Supuestamente una comedia, gasta nada más empezar las dos o tres balas graciosas que pudiera tener y se queda en una insulsa dramedia familiar que aspira a ser tierna y que no es si no una tontada al servicio de Dani Rovira, que demuestra lo que ya sospechábamos, que como actor solo tiene un registro: el de tío majete entrañable. Y ojo, que en ese sentido cumple, pero no se le va a pedir más.

No hay que cometer el error que cometí yo (esto me pasa por ir al cine sin documentarme) de que vaya a ser una película de ciencia ficción, pues es de ambientación completamente contemporánea, y las pintas de Rovira son debidas a que en la película es Kal-el, un futurólogo televisivo que a pesar de tener un cierto éxito en lo profesional, es un verdadero desastre en lo personal y está inmerso en plena crisis de los 40, con un divorcio que no lleva muy bien y unos hijos a los que apenas conoce.

Y así va la película dando bandazos, con un argumento soso y una paupérrima dirección de actores, que no parecen tomarse la película del todo en serio. Tiene el aliciente de estar desarrollada en Oviedo (una ciudad que personalmente me parece muy agradable), aunque no le pidan a Rovira que tenga acento asturiano, claro, por mucho que su personaje sea de ahí.

Lo cierto es que poco salvable hay en esta película. Al menos no llega a hacerse aburrida del todo, pero es verdad que es un producto completamente prescindible y sin gracia, que pretende, sin conseguirlo, tocar la fibra del espectador. 

Como nota procede poner un suspenso, en especial para la escena postcréditos que pretende ser graciosa y no llega ni a quedarse por el camino.

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