Episodio 3.5
Llegó tal vez sin hacer tanto ruido como otras, con la etiqueta de spinoff sacacuartos, pero la verdad es que Rogue One tiene a bien regalarnos algunas de las escenas más espectaculares de la saga, y de ser, cinematográficamente una de las mejores.
Debo empezar diciendo que a pesar de haberla disfrutado muchísimo, que es muy buena, especialmente de la mitad hacia delante, que es mejor película que el Episodio VII, pero que no es tan mágica. Me parece mejor, sí, pero no la he disfrutado tanto, o la he disfrutado de otra manera. Rogue One es un buen plato de lubina al horno, acompañado con un vino caro, pero es que el Episodio VII era volver a casa de la abuela a que te pusiera un Cola Cao calentito con galletas. Rogue One mola, me hizo pegar saltos en la butaca, pero no me hizo volver a tener ocho años.
Tal vez una cosa mala, aunque plenamente justificada, de Rogue One, es que los personajes no tengan el encanto que caracteriza a los protagonistas y secundarios de la saga. No hay un Han Solo, un Luke o un Chewbacca, ni tan siquiera un BB-8 o un Poe Dameron. K-2SO lo intenta, y tiene sus momentos, pero no llega. Es una buena historia, y en ese sentido queda un poco hueca. Y no se me entienda mal, que no estoy diciendo que sean algo a horrorizar, que cumplen y tienen sus momentos. Pero al final son lo que son y está para lo que están: una banda de Poochies ad hoc que buscan contar una historia secundaria, accesoria para la principal.
Siguiendo con las cosas "malas", es cierto que le cuesta un poco arrancar, que ya de entrada nos privan del rodillo de texto, tan característico de Star Wars, y nos dejan ver claro que es otra cosa, que va a haber cambios. Y el principio, hasta que las piezas van encajando, no enamora. Hay que presentar personajes, y se entiende, pero no engancha, ni siquiera divierte.
Pero entonces empieza STAR WARS. Hay un momento de la trama, en el que de verdad empieza Rogue One, y ahí agárrense a las enaguas, que viene lo bueno. Lo que estaba siendo un soso spin-off se convierte de pronto en CINE, y la olla que estaba hirviendo lentamente estalla en un orgasmo de acción y Alas-X, cuando el bote que contiene la esencia de Star Wars se cae de la mesa y desparrama su contenido por todas partes. No solo nos regala una maravilla del cine bélico reciente, sino que es la amalgama que casa perfectamente con la saga, y que además da respuesta a algunas de las cosas que en la saga original parecían absurdas, y nos muestra la rebelión desde dentro, enseñándonos lo que ya conocíamos, pero desde otro punto de vista.
Visualmente cuidan mucho eso, rescatando personajes de las películas viejas, y resucitando literalmente a Peter Cushing para dar de nuevo vida al gran Moff Tarkin, así como a algún otro personaje mítico, que mejor no mencionar, para no chafar sorpresas.
Muy bien también el tema de los guiños y cameos, en su justa medida, y algunos tan sutiles que cuesta pillarlos, pero muy satisfactorios para el espectador, que sale de la sala queriendo ir a todo correr a ver "La guerra de las galaxias". Y creo que pocos halagos mejores puede haber para una precuela que "me han entrado ganas de volver a ver la vieja, para ver cómo sigue la historia".
Una cosa que me daba un poco de miedo era la música, pues en esta no estaba ya el inigualable John Williams, pero hay que decir que Michael Giacchino (que tampoco es precisamente un cualquiera) consigue dar el callo, integrando muy bien la música original con pistas nuevas.
Por último, espero que nadie lo considere spoiler, pero me pareció de aplaudir que así como al principio eché en falta el rodillo de texto, los créditos del final son como tienen que ser: puro Star Wars.
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