El amable capitán Malcolm "Mal" Meirre.
Un yate de lujo en los años 20, una cena de gala, un cadáver, ocho sospechosos. Con esta ambientación tan de Agatha Christie, y con una trama totalmente rocambolesca nos reuníamos ayer para una murder party, un juego entre rol y Cluedo en vivo que se trata de saber quién es el asesino, con la cosa de que ni siquiera los propios protagonistas pueden saber hasta el final quién ha sido.
Esto, que se hace por medio de una ficha que se va actualizando al terminar cada acto, daba a veces lugar a cosas absurdas y situaciones hilarantes que lo llevaba por el lado de la comedia, pero cierto es que ya la premisa inicial daba un poco de risa y era poco verosímil. Pero esto, al fin y al cabo, va de divertirse y hay que entender, además, que esta partida fue escrita hace un porrón de años, de manera que no le vamos a negar su mérito. Pero eso sí, planteamiento, desarrollo y sobre todo desenlace, dignos de película cómica a lo Top Secret.
De modo que como experiencia estuvo simpática, con momentazos de verdadera carcajada. Pero lo mejor de todo fue sin duda que cierta persona por fin se animó a probar una cosa de estas, aun a costa de combatir el terrible cansancio, lo que me hizo muchísima ilusión.
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