Nochevieja de alcohol y dados.
El ritual de todos los años: hacer tiempo hasta las 22:00, cenar con mi padre mano a mano. Hacer tiempo hasta las 0:00. Campanadas, felicitaciones, esperar a que se pase el bombardeo. A casa, hacer un poco de tiempo, pereza máxima. Salir hacia la lonja, esperar a que vaya llegando gente. Ron, risas, música, este año fiesta sin temática. Por suerte tengo la prudencia de cargar poco los cubatas, así que no me llego a emborrachar más de la cuenta, y a las 6 me retiro a dormir, que es hora razonable.
Año nuevo, a comer a casa de mi padre, un delicioso cochinillo (el plato, no mi padre, que es un señor muy aseado), por la tarde, tras la siesta, a limpiar la lonja, que por suerte no quedó muy infame. Algo de charleta, juegos de mesa ligeros y a casa. Por fin termina el ritual del cambio de año, que cada vez me da más pereza.
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