Y se hizo la luz en el despacho de fuera.
El viernes por la tarde tocaba rol, para seguir con las andanzas del grupo de Vampiro: Edad Oscura en la aún bizantina Constantinopla de comienzos del S. XIII, y por la noche un paseo aprovechando que el tiempo estaba agradable, aunque sin una retirada muy tardía, que uno aún estaba convaleciente y el sábado había cosas que hacer.
Concretamente tenía sesión doble en la lonja, y no tanto por la parte lúdica sino por las responsabilidades que implica. Por la mañana había que estar con el casero y el electricista, para reparar un problema de luces que nos tenía uno de los despachos a oscuras, y que parece que se ha arreglado (la historia completa es más divertida y graciosa, pero esto es una entrada exprés).
Por la tarde otra vez de vuelta, y aunque a cumplir con obligaciones, mucho más agradables, ya que me tocaba estar de demostrador en las jornadas de juegos de mesa que montábamos, aunque como vino muy poca gente, fue una tarde de lo más tranquila, lo que estuvo muy bien para poder hacer caso a una amiga, residente en Barcelona, que había venido a visitarnos y a hacer la presentación oficial de su consorte.
Al terminar el turno, pasando antes por casa para cenar, salí a tomar unos cacharros (o a estar con mis amigos mientras los tomaban, que preferí cuidarme un poco) en el Rasputín, célebre por su amplia variedad de vodka, hasta que a eso de la 1, y aprovechando el cambio de bar, me retiré a casa.
El domingo ha sido especialmente dominical, con mañana de no hacer absolutamente nada, salvo trastear por Internet o jugar a Borderlands 2, y por la tarde a casa de unos amigos, que nos han invitado a merienda más tertulia. Y tras acabar la sesión, retirada para casa, que mañana ya sí, toca ir a trabajar.
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