Obviamente más gente tuvo la misma idea.
Una calurosa tarde de julio, ¿qué hay mejor que un refrescante baño en el mar? Pues eso, a eso de las 18:30, una vez mi señora novia ha salido de trabajar, nos hemos dirigido al metro, dirección a Neguri para tomar mi primer chapuzón marítimo del año, pues las circunstancias así lo exigían.
En una playa abarrotada de gente, y curiosamente con muchos turistas (nunca había visto tantos ahí), algunos de ellos no completamente sobrios, y había incluso quien castigaba con inclemencia un desamparado brik de Don Simón.
Lo peor, y puede que en conexión con lo anterior, lo sucios y desconsiderados que son algunos garrulos, incapaces de hacer frente a esas piezas de arcana tecnología alienígena que para ellos deben de ser las papeleras, decorando la arena con ornamentales bolsas y botellas. Y no pocas, por cierto.
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