Marco de la O es Joaquín Guzmán Loera.
En Narcos, Netflix nos contaba la vida del más conocido narcotraficante colombiano (y de memoria, diría que de la Historia), Pablo Escobar. Aquí nos cuenta la del rey de la droga mexicana, Joaquín "Chapo" Guzmán, de modo que las comparaciones entre ambas series son inevitables.
Por la parte que importa, Chapo juega cuando menos en la misma liga. También es dura, cruda, violenta y consigue ser interesante. Tiene como diferencia fundamental que Narcos estaba contada desde el punto de vista de los agentes de la DEA y aquí lo vemos desde los ojos del Chapo, y a veces es peligrosamente difícil no empatizar con él. Pero es verdad que en este tipo de historias de ascenso y caída de un criminal, suele pasar eso.
La historia queda abierta, pues nos cuenta su primer ascenso y su primera caída, cómo acaba en la cárcel (y teniendo en cuenta lo sonado que fue en su día que se escapara de ella, no estoy haciendo mucho spoiler) y las perrerías que sufre ahí. Y la citada fuga queda para una futura segunda temporada.
Si tengo que elegir, me quedo con Narcos, pero lo cierto es que la historia de crímenes, corrupción y balaseras de Chapo no se queda muy atrás, y tiene momentos estelares que brillan a un altísimo nivel.
Y quien la haya visto compartirá los escalofríos al pensar en los "acolchonados".
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