El falanhipster.
La higuera de marras, eje central de la película, tiene su origen en un periodo muy oscuro de la historia española, cuando los infames "paseíllos" de los falangistas a todo aquel que fuera molesto al nuevo régimen sembraban el terror. En uno de estos "paseos", Rogelio (Karra Elejalde) sufre una mezcla entre miedo a la venganza o cargo de conciencia, no queda claro del todo, cuando mata a un maestro y a su hijo mayor, dejando al hijo de 10 años vivo, y a consecuencia de ello, le da por dejar de asistir a las cacerías, plantar una higuera sobre las tumbas y hacerse con el terreno, dedicándose en adelante a llevar una vida de ermitaño, custodiando la higuera y convirtiéndose en un símbolo de peregrinación con el paso de los años. En ese trayecto tendrá que lidiar con sus camaradas falangistas, con sus propios demonios personales y con el mezquino Ermo, vecino cuya delación dio comienzo a todo, y que vive obsesionado con el dinero que cree que hay enterrado con los cadáveres.
Y así va transcurriendo la película, en la que lo mejor es ese retrato costumbrista, aunque un tanto pinturesco, muy de cómic de Carlos Giménez, de la represión del franquismo, y la actuación de Carlos Areces, que está sencillamente soberbio. Por lo demás, una película que empieza muy fuerte pero que al de media hora se deshincha y a partir de ahí se limita a ir a la deriva.
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