Fichando la entrada.
Hace dos semanas estuve en Madrid, y la verdad es que no era el turismo lo que me movía, sino que era un tema más profesional. En agosto sacaron a concurso plazas para el concurso de traslado en el Ministerio del Tiempo, y como me apetecía cambiar de aires eché la solicitud y me cogieron, y aunque no he querido decir nada llevo ya unas semanas trabajando ahí.
Al principio era un poco confuso, sobre todo el tema de los horarios, y el pasillo de las puertas es mucho más grande que lo que parece en la tele. Además el libro de las puertas no te lo dejan ver bajo ningún concepto (lógico) y la App para móviles está bastante mal programada, sin contar con que la cobertura es bastante mala ahí dentro.
En principio mi trabajo ahí va a ser meramente administrativo (tengo en la mesa una pila de demandas de paternidad contra Lope de Vega), pero como siempre andan escasos de personal ya me ha tocado hacer alguna que otra misión de campo, y lo cierto es que son bastante divertidas. Por motivos de secreto profesional no puedo contar de qué van, pero sí que la Alhambra recién construida era espectacular, y que Miguel de Unamuno era tal y como lo había imaginado.
De lo que no me advirtieron era del lenguaje. El castellano medieval no hay dios que lo entienda, y aunque estoy con un curso todos los días de 12:00 a 14:00, me cuesta mucho acordarme de pronunciar correctamente la H.
Como supongo que habrá quien se crea que es mentira, porque el día es el que es, aquí aporto una prueba que demostrará, sin ningún género de duda, la veracidad de mi afirmación:
Por suerte me cuentan los trienios, pero son un poco lío de calcular.
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