Primera cena del año.
No me gusta la Nochevieja. La verdad es que nunca me ha gustado (ni siquiera cuando tenía 20 años), de hecho la odio. Pero es de lo que toca hablar hoy, y así relleno entrada.
Del 31 poco que contar, pues es el día que prácticamente se da por perdido, en el que lo único que hice antes de cenar fue ir al cine (para que encima no me gustara la película) y a eso de las 22:00 ya fui a cenar. A casa de mi padre. Cena rica, pero entre dos se acaba rápido, así que desde las 22:45 hasta las campanadas, haciendo tiempo delante de la tele.
Cambiamos la hoja del calendario y me dirijo a mi casa, bajo el incesante ruido de los petardos, que recuerda a un bombardeo en zona de guerra. En casa hago un poco de tiempo, que hasta la 1 no hemos quedado, y cuando se va acercando la hora me entra la pereza, y tentado estoy de quedarme.
Pero acabo yendo y la nochevieja, como los últimos años, es nuestra fiesta privada en la lonja. Ayer poca gente, la verdad, pero sin ser un gran fiestón, paso un rato relativamente entretenido (demasiado ron, me temo).
Hoy dormir hasta las 13:15, ir a comer nuevamente a casa de mi padre y por la tarde a la lonja a limpiar lo de la fiesta. La ventaja de haber sido pocos es que se limpia fácil, así que después de un rato de charloteo, nos vamos por ahí a cenar improvisadamente, hasta hace un rato, que me venido ya a casa.
La lectura positiva, hasta dentro de 364 años no vuelve a tocar nochevieja.
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