lunes, 19 de febrero de 2018

La forma del agua

Muy de cuento.

Guillermo del Toro recicla la fórmula que tan bien le funcionara con El laberinto del Fauno, de la que toma aquí muchos elementos, para llevar a la gran pantalla una historia de fantasía, con atmósfera de cuento.

Nos transporta a los años 60, esa época del sueño americano a lo Mad Men, coches caros, hombres con sombrero y mujeres trabajando en casa, y nos cuenta la historia de una limpiadora muda, que trabaja en una instalación militar y conoce a una extraña criatura acuática a la que tienen encerrada los militares. De ahí sale una historia con espías rusos, mezcla de E.T. y Liberad a Willy, pero con un romance de por medio y el correspondiente happy ending, aunque es verdad que entre el vocabulario a veces soez y algunas escenas innecesariamente subidas de tono (algunas de la bañera me parecían un tanto gratuitas), no tengo yo muy claro que sea tan adecuada para niños como pudiera parecer.

Para quienes sí que no es adecuada, y esto es algo que me encanta, es para niñatos. Estoy leyendo muchas críticas en foros especializados de coches (ejem) que lloriquean porque es una película progre, porque (llanto) el malo es un blanco heterosexual que acosa a dos mujeres (bua bua), una negra y la otra fea (cuando en la vida real matarían por estar con una mujer como Sally Hawkins), en la que los negros son los buenos (llanto) y meten con calzador un personaje homosexual (lágrimas),  los judíos de Hollywood nos están imponiendo la dictadura de lo políticamente correcto (más berrinche), se están cargando el cine (pataleta). 

Solo por semejante horda de cretinos, ya sé qué película quiero que gane el Oscar. 

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