La casa de atrás.
Después de haber recuperado algo de sueño, es hora de contar cómo se vivieron desde dentro estas jornadas que desde la asociación Abaco hemos montado este fin de semana en Zalla.
Aunque las jornadas empiezan el jueves, para nosotros el pistoletazo de salida es el miércoles, pues el montaje no se hace solo. Mi labor fue fundamentalmente estar en la lonja, custodiando las muchas cosas que había que llevar y coordinando parte de la logística de envíos, hasta que llegó el momento en que era más necesario allí que aquí, y fui trasladado al frontón.
Una vez ahí, me tocaba hacer la inspección visual de espacios, para ver que todo cuadrara con lo previsto, así como adecentar y acomodar las distintas salas. Por suerte, este año no hubo ninguna circunstancia imprevista de última hora que nos generara ninguna crisis, y me pude ir a dormir a una hora razonable, pues iba a hacer más falta el jueves a las 8 de la mañana.
Dormir, vestirme y desayunar, para hacer el primer turno, el del jueves de 8 a 14, que básicamente consiste en recibir e inscribir gente. Pero que recuerde, salvo tener que dar de alta los juegos de mesa en el sistema, ningún marrón de consideración.
Por la tarde recibo la agradable visita de mi señora novia, que viene a ver las jornadas, y luego me voy a cenar, antes de dirigir una de las actividades que dirigí, el rol en vivo "La casa de atrás" (obra de Ainize Eguiarte). Acabado el vivo, al bar donde era la fiesta, y a eso de las 3, a la cama de nuevo.
El viernes por la mañana se confirma que se nos cae una de las actividades estrella de las jornadas, la Academia Jedi infantil, pero tampoco recuerdo nada especialmente relevante. La tarde es algo más caótica, ya que viene muchísima más gente de la esperada, y se nos llena todo. Pero el verdadero estrés viene a la noche, cuando descubro con horror que he asignado la misma sala, a la misma hora, a dos roles en vivo. Consigo improvisar una solución de forma más o menos rápida, así que el problema no es demasiado grave.
También el viernes a la noche juego de lo poco a lo que he jugado: una partida de Zombiecide que se nos queda a medias. Y al acabar los vivos, me quedo de tertulia con los que juegan el vivo 7 años y un día, que no lo dirigía yo, pero sí que era mío.
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