Algo así.
Todos los años espero con ilusión el 2 de mayo, y no porque se conmemore la guerra contra Francia, sino porque es cuando se abre el periodo de presentaciones de IRPF, más conocido como "Campaña de la Renta". Y lógicamente, cuando sale a devolver, uno tiene ganas de que el dinero vuelva a casa. Especialmente cuando ese dinero es dinero que le he prestado a mi empresa, pues siendo empleado foral coinciden recaudador de tributos y pagador de salario. Si fuera rico me tocaría a pagar mucho (y si fuera muy rico, estaría empadronado en las Bahamas y no pagaría, pero ese ya es otro cantar), pero como soy un currito, pues es lo que hay.
Hacer la declaración, por suerte, no me supone mucho esfuerzo, ya que entre que ya estoy bastante familiarizado con el programa (aquellos años en la BBK) y que los datos me los dan bien mascaditos, tardo más en instalar el programa que en confeccionar la declaración. La parte complicada, como todos los años, viene de subirla a la web de Bizkaibai, pues nunca consigo acordarme ni de la contraseña, ni de dónde la tengo apuntada.
Dentro de 365 días me estaré quejando exactamente de lo mismo, intuyo.
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