Kramer contra Kramer.
El matrimonio, otrora indisoluble vínculo vitalicio, es algo que tiene remedio cuando las cosas van mal dadas. Lo que tiene peor remedio es la figura jurídica que vincula casi de por vida a alguien con su banco, conocida comúnmente como hipoteca. Y cuando se disuelve el primero, hay quien se ve forzado a mantener el segundo.
Es de lo que va esta película, en la que un matrimonio ya no tan bien avenido se ve obligado a permanecer en la casa que compraron en plena burbuja inmobiliaria, pues no pueden venderla y el banco pasa fielmente todos los meses a poner el cazo.
Tan incómoda circunstancia obliga al ya ex-matrimonio a seguir conviviendo a pesar de sus diferencias, de modo que las tiranteces se acaban convirtiendo en una guerra que llevarán hasta sus últimas consecuencias.
Comedia graciosa a la que Jordi Sánchez y Silvia Abril insuflan vida con sus vis cómica y que sirve para pasar una tarde simpática, aunque sin innovar nada y a veces pecando de reciclar clichés un tanto caducos. Justo lo que parece.
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