Waka waka waka...
Quitar una moqueta es sencillo: basta con cortar, pegar un par de tirones y sale sola. Tirarla, aunque algo más aparatoso, sigue siendo sencillo. A lo sumo hay que pegar un par de tajos, pero se hace fácil.
Lo peor es la parte de quitar el rastro de la moqueta, concretamente los rastreles que la afianzaban y sobre todo las grapas que la clavaban al suelo, pues son muchas y hay que ir una por una. El ritual es ir sacándola con un destornillador plano y luego tirar con las tenazas, pero muchas veces se rompe y hay que andar sacando el cachito que falta. Los rastreles hay veces en los que hay suerte y de un tirón sale una sección bastante larga, con clavo y todo, pero otras hay que irle ganando cada centímetro. Y los clavos, pues algunos salen muy fácil y otros se resisten más de lo que sería deseable.
Lo bueno es que después de toda la semana dándole, ya solo me queda una pequeña porción del salón y tendré el suelo presto para entarimar.
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