Nunca debí apuntarme a Blablacar...
Comedia sencilla con elementos clásicos de road movie y caza del tesoro. Un taxista coge a un liante recién salido de prisión que le ofrece como pago por sus servicios el acceso a un tesoro del que tuvo noticia estando en la cárcel (el típico compañero de celda que te cuenta el secreto antes de morir), y el tesoro en este caso es un montón de oro oculto entre los túneles de Gibraltar. Para seguir con la fórmula, por el camino recogen a una chica que huye de su pasado y que se les unirá en sus peripecias.
No es desde luego un alarde de originalidad, y no se le puede pedir otra cosa que no sea ser un pasarratos, aderezado con lo que deduzco que son chistes de tópicos gibraltareños y donde el interés está en ver hasta dónde se va liando el embrollo y cómo se resuelve. Una película totalmente intrascendente donde la clave está en la imparable labia de Joaquín Furriel.
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