"Voy a la Diputación, a llevar unos papeles"
Aunque menos que en tiempos de la RGI, el mostrador sigue siendo muchas veces una fuente de anécdotas y una manera constante de sorprenderme con el género humano. Y esta conversación ilustra una cosa que me pasó ayer.
-Hola, vengo a traer esta documentación que le han requerido a mi hija, que ella no podía venir.
-Perfecto. Déjame que mire los papeles… uy, está todo bien, pero esta hoja está sin rellenar ni firmar.
-Ah, es que nunca nos la han pedido.
-Bueno, en la carta pone que la tiene que traer. Que vamos, yo si quieres te cojo los papeles, pero tengo que avisarte de que falta esa hoja de rellenar y firmar.
-¿Y no puedo firmarla yo?
-¿Tu hija es menor de edad?
-No, tiene 21 años.
-Entonces tiene que firmarlo ella, claro.
-¿Y si hago yo el garabato?
-Hombre, delante de mis narices, como que no.
-¿Pero le hago yo la firma y ya está, no?
-Si lo firmas tú no te voy a poder coger el papel.
-Pero rellenarlo, si no lo firmo, sí que puedo, no?
-Eso sí, claro.
-Toma.
-Acabas de firmar la hoja.
-No, solo he escrito su nombre.
Huelga decir que me negué a cogerle ese papel, mientras la obvia muestra de incredulidad y de "¿pero qué cojones?" inundaba mi rostro.
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