No sale ningún Jong Il.
Hay películas que cuando termino de ver estoy deseando reseñar en el blog. Pero no siempre es porque me hayan gustado, sino que, como es el caso, sé que dentro de un par de días la habré borrado por completo de mi memoria.
Se nota, y mucho, que esta película es el típico relato corto al que han metido relleno para hacer una película, de tal manera que el propio relleno devora la idea original, quedando ésta en una mera pseudosorpresa anecdótica a pie de página que se revela al final y que no está mal, tiene su gracia, pero si lo suprimes la película se queda igual.
Esto va de un chaval que se encuentra una playstation que tira rayos láser (es un arma experimental, o algo, pero a mí me recordaba a una playstation), y cuando su hermano ex-convicto roba a unos mafiosos, comienza una persecución en la que ambos hermanos y una stripper que pasaba por ahí se ven perseguidos por los mafiosos malotes (para hacerse a la idea de lo taimados y crueles que son, el líder de la banda va a una gasolinera y cuando le dicen que no puede usar el baño... ¡mea en el suelo! ¡maldad en estado puro!) y unos extraños soldados, que parecen cascos azules de 2084, hasta que finalmente acaban confluyendo todas las facciones en un trep... en un final.
Lo bueno, que queda todo más o menos explicado. Lo malo, que la explicación llega en un momento en el que al espectador, sumido en un estado de sopor por el pestiño que se acaba de tragar, no podría importarle menos.
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