Acabar de colores, una constante.
Esta semana no he ido a trabajar, pero mentiría si dijera que no he trabajado. Por un tema de cuadrantes vacacionales me tocaba no ir esta semana y he aprovechado para seguir adecentando la casa. Pintar la cocina, con todo lo que ello implica, amueblar y retocar los armarios. Para eso me fui a Leroy Merlin, a comprar unas tablas a medida (que encima hubo que serrar porque no me di cuenta de que el vestidor tenía más espacio en un lado que en el otro) y volví dando un paseo, sin ser consciente de la solana, con lo que encima me quemé. Al menos las baldas ahora quedan chulas. En la compra cogí también una barra para el armario del dormitorio, que las que venían estaban muy viejas y combadas, otro día iré a comprar otra barra como esa.
Pero por si no fuera poco con la reforma hogareña, también estamos pintando el local de Abaco, de modo que el otro día estuve ayudando a tapar los murales y las puertas (lo bueno es que ahí estamos unos cuántos) y hoy he ido un rato, a darle a la espátula y quitar el gotelé de las columnas, para rasear antes de pintar.
Mañana más y mejor.
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