Verde para los amigos daltónicos.
Argentina, 1975, con un país a punto de irse a una de las épocas más negras de su Historia, y en ese contexto un hombre extraño comienza a montar un espectáculo en un restaurante, cuyas trágicas consecuencias lastrarán la hasta entonces tranquila vida de un reconocido abogado de la ciudad, que tendrá que convivir con la culpa y el secreto.
El planteamiento bien, y la primera escena maravillosa. De hecho, si de algo puede presumir esta película es de contar con escenas muy potentes. También cuenta a su favor con mostrar un retrato costumbrista de la época que al menos visto desde fuera resulta bastante creíble.
Pero no tiene más que eso, pues en el fondo se convierte en una sucesión sin demasiado sentido de escenas inconexas que pasan, abriendo líneas argumentales que no se concretan en nada, dando la sensación de ser un viaje que lleva de ningún sitio a ninguna parte, siendo simplemente su propuesta la de subir a un coche e ir mirando por la ventanilla las cosas que pasan, hasta que simplemente, en un momento tan apropiado o inapropiado como cualquier otro, se termina y ya está.
Entiendo que buscaban hacer un thriller costumbrista, pero así como lo segundo sí va bien, para lo primero hace falta mucho más que liarse a hacer preguntas sin respuesta y dejarlas abandonadas, moribundas, en un desierto.
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