Mi cuarto ya no parece un decorado de Cuéntame.
La casa casi reformada y mudado desde agosto, pero aún quedaba un detalle por terminar, que era poner las puertas del armario. El mueble en sí no lo he cambiado, es el mismo armario semiempotrado que me vino con el piso, pero sí las puertas, que eran viejas, desgastadas y con una estética que no me gustaba mucho. Así que me fui a una tienda de armarios a medida, contraté las puertas y hoy por fin, con un poco de tardanza, me las han puesto. El resultado, no sé si la foto dice mucho, es bastante bueno.
La instalación ha sido un poco de odisea (tanto que me ha obligado a gastarme un día de vacaciones), pues me dijeron que a las 8:30 venían. Yo pensé que sería venir, montar y marchar, y que a lo sumo para las 10 ya estaba en el trabajo.
Pues no. El operario ha venido, ha traído las cosas, se ha ido a aparcar (lo que en mi barrio no es tarea fácil) y ha empezado a serrar, pues las puertas iban a medida, pero el resto de piezas y embellecedores no.
Para más inri se le ha roto la máquina que usaba y ha tenido que llamar al compañero, para que se la trajera desde Castro, lo que ha hecho que a las 14 todavía estuviera aquello sin terminar. Y podía cogerme la mañana con horas pero no la tarde, y a las 15:30 tenía que estar en la oficina sí o sí. Así que por fin sobre las 14:15 ha terminado el montaje, he quedado con él para después de trabajar, he comido a la carrera y me he ido al esprint a la oficina.
Pero el armario ha quedado genial, que es lo que importa.
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