Hijos, alguno más.
Salgo gratamente sorprendido después de ver la nueva película de Santiago Segura, de la que tengo que decir que no me llamaba absolutamente nada, pues además de versar sobre un tema que no me dice nada, tenía un tufillo cutre que me echaba un poco para atrás.
Pero me he encontrado en parte con lo que esperaba, pero mejor. Es lo que parece, una comedia ligera y familiar, con clichés y un final previsiblemente emotivo, ensalzando lo bonita que es la familia y tal (da lo que promete), pero es también una película bastante inteligente, que juega a sorprender al espectador, sabiendo muy bien lo que espera, y clavando salidas muy elegantes cuando parece que se va a ir a lo fácil. Juega también muy bien, intuyo, con esas criaturas de pesadilla que son los grupos de Whatsapp de padres de alumnos, que en la película protagonizan algunos momentos geniales.
¿El argumento? El espectador puede resolver panel solo viendo el tráiler, y sabe cómo va a acabar la película antes de que empiece, pero lo soprendente no está en el destino sino en el paisaje, y aunque no lo esperaba, he salido contendo con una película fresca, divertida y sobre todo bastante ingeniosa.
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