Como las muñecas rusas.
Difícil de clasificar, Ventajas de viajar en un tren es una película bastante rara, un poco demasiado extravagante para mi gusto, que nos cuenta varias historias cruzadas, algunas de ellas concéntricas, sobre la locura y gente que no es quien dice ser.
Empieza con una mujer que vuelve del psiquiátrico en el que ha encerrado su marido y en el tren coincide con un psiquiatra que empieza a contarle una historia, que encierra una historia, que encierra una historia, en la que para mí es la mejor parte de la película, con una narración que va cautivando y hace querer saber más, aunque el cierre no me termina de convencer.
Luego nos cuenta la relación de esa mujer con su marido, una relación a la que llamar abusiva es otorgar el beneficio del eufemismo, pues alcanza unos niveles de sordidez a los que ni siquiera la primera historia (y no se queda corta) llega.
Luego tenemos, un poco a medio de descanso la historia de amor entre dos personas con discapacidades físicas, que es bastante tierna, casi idílica, hasta que la película decide darnos otro sopapo.
Finalmente la última historia, la que cierra todo, tal vez es la que menos me convencía, pues aunque vertebra todo un poco, se hacía un poco insípida.
Desde luego no es una película para todos los públicos, pues ahonda en algunos momentos de elegante depravación (hay que reconocerle que aunque en algunos momentos se va un poco de madre, hay momentos que juega bien a perturbar sugiriendo más que mostrando) y como muestra: empieza hablando de coprofagia y de ahí hacia abajo.
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