Una comedia romántica con cartel amarillo, seguro que a nadie se le había ocurrido antes.
Marcos es tiene 35 años, y la misma semana en la que le deja su novia con la que llevaba 8 años le despiden del trabajo, con lo que tiene que volverse a casa de sus padres y reinventarse del todo, y su vida dará un giro cuando se encuentre con Raquel, una amiga del instituto a la que no había visto desde entonces, y que revolucionará su vida. Para más inri, Raquel era una chica gordita, que estaba enamorada de Marcos en aquella época pero ahora se ha puesto mucho más guapa. No cuento cómo acaba por no hacer spoiler, y por no insultar a la inteligencia de nadie, pues si algo tiene esta película es que es previsible.
A ver, eso no es necesariamente malo, pues no creo que pretenda ir más allá del mero entretenimiento, y es en lo que se queda. Tiene sus cosas buenas, como su crítica a algunas conductas de masculinidad tóxica (que, viendo el resto de la película no sé si son voluntarias o casuales) y la gracia de Quim Gutiérrez (aunque aquí está un poco encasillado en su registro de Quim Gutiérrez, perdedor adorable), y tiene otras malas. El videoblogger gurú interpretado por Ernesto Alterio (que aquí da ya por culminada su transformación en Héctor Alterio) que aconseja a Marcos era un poco recargado, y algunos chistes un tanto rancios que llegaban a la vergüenza ajena. Especial sonrojo provoca la escena de la transexual, por ejemplo. Alguien debería avisar a 1993 diciendo que se les ha escapado el chiste.
¿Aporta algo más allá de hora y media de entretenimiento? Creo que no, que se queda en eso. Y que juega tanto con los clichés que se acaba convirtiendo en uno.
Puff, huele a la típica comedia española a la que estamos acostumbrados.
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